La conservación preventiva, que ralentiza el deterioro de las colecciones, desgraciadamente no siempre evita el deterioro de ciertos especímenes, que es un proceso inevitable. El desgaste del tiempo o las condiciones ambientales desfavorables pueden provocar la aparición de brechas, grietas o desgarros en las pieles curtidas y en las pieles o plumas de los especímenes.
La restauración de un espécimen dañado consiste en estabilizar y reconstruir el objeto con materiales originales o nuevos, según proceda.
Puede personalizarse según dos tipos de objetivos: solo estabilización y detención de las degradaciones o bien una intervención más avanzada, que busque recuperar las cualidades funcionales y visuales originales de cara a la presentación al público. La restauración debe ser reversible y, por tanto, permitir que el espécimen vuelva a su estado previo a la restauración.
Desde la Ley de Museos de 2002, cualquier restauración de un objeto de colección "Musée de France" debe incluir un dossier técnico presentado a una comisión científica regional, con un informe sobre el estado del espécimen antes de la restauración. El restaurador deberá presentar un informe con el detalle de los procesos y materiales de la intervención.
Las etapas de una restauración
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